TODOS PODEMOS SER LLAMADOS GÜEROS. 

Siendo un chico criado en Coahuila, hay muchas cosas que me resultaban ajenas, entre ellas la magia de una ciudad caótica por su movimiento, como la urbe más grande del país, la Ciudad de México. (CDMX, pero aún me gusta llamarla DF) El DF, es un ente que no para, pero no estoy aquí para contarles ese cuento, mi cuento comienza en un camión rumbo al DF; Me despedí de mis padres y comencé un viaje en el cual tenía miedo. Me encanta viajar en camión, así sean 14 horas, ya que puedo ver muchas películas y ver cómo cambia el paisaje de mi país de norte a centro, entre las películas que había para ver estaba “Güeros” de Alonso Ruizpalacios, comencé a verla, en cuanto la acabé no paraba de contar las horas para llegar a mi destino, aún tenía  miedo, pero así pasa a veces.

La historia que nos cuentan es simple, pero va tomando diferentes caminos mientras se va contando, luchas distintas en distintos ojos; a Tomás, su madre ya no lo puede manejar y lo manda al DF para que su hermano “sombra” lo cuide, junto con su amigo “santos” viven en un departamento inhóspito de Copilco. La película se desarrolla como “road movie” en busca del ídolo de Tomás: Epigmenio Cruz, en su búsqueda recorren la ciudad. 

“Los poetas no son los que van y vienen, son los que se quedan a ver los trenes partir.”  

“Santos” y “sombra” son muy ajenos al mundo en ese departamento, hasta que llega Tomás; ellos están esperando, ¿qué esperan? Aún que está ambientada en el paro de la UNAM del 99’ la película reluce sus aspectos atemporales, donde las televisiones proyectan “big brother” y compran cervezas en un “círculo K”, resonando como acompañamiento musical Agustín Lara, con formato 4:3 en blanco y negro. 

“Sombra” sufre drásticamente ataques de pánico, ¿a qué le teme? ¿A la austeridad de no sentirse identificado en la lucha? ¿A tener una cárcel inmensa como lo es la ciudad? la monotonía que crea nuestra cabeza, la decisión de no pertenecer a un pensamiento colectivo nos puede volver locos, apáticos o simplemente ver pasar los días, las marchas y a los güeros. 

¿Por qué les encabrona a santos que le digan “güero”? Porque sería encasillarlo, “santos” y “sombra” no se sienten parte de nada y eso para ellos era un todo, no les importa los esnob, pseudo artistas e intelectuales haciendo alusión incluso de la misma película en la que están, mucho menos les interesa la huelga en la que la UNAM lleva casi 9 meses, están en “huelga de la huelga”.  

“¿A qué se refieren con desayuno continental? ¿De qué continente están hablando? Es como decir desayuno de los de allá... y ¿quiénes son los de allá? Y ¿quiénes son los de acá? ¿Eh?”

Recursos visuales y sonoros agudos, que nos hacen sentir como los protagonistas, con miedo de lo que pasará, nos asusta y nos da náusea. 

“¿Para qué nos vamos? si al rato vamos a regresar”

Se encuentran frente a un tigre enorme llamado incertidumbre, incertidumbre de quién es Epigmenio Cruz, de cómo suena su música, de lo que le dijo el “sombra” a Ana, de cómo acabará  la huelga, etc. La película da muchas incógnitas con muy pocas respuestas.  

La película es cómica por sí sola, para mí es muy hilarante seguir a estos personajes, en cómo sus luchas internas los hacen no tener luchas externas, en cómo sus comentarios son atinados y tristes, en ver cómo la ciudad y Tomás los hacen moverse, en que en los caminos, por más mínimos cambios que hagas, las decisiones que tomes importarán drásticamente y siempre regresarán a un punto, a la Ciudad de México, en donde el “sombra” seguirá siendo el poeta que ve los trenes partir. (Recordando el buen cine de la Nueva Ola francesa) 

Tan atemporal que nos puede indicar que las luchas pueden ser cuando sean y que siempre existirán estos personajes, personajes universitarios, personajes citadinos, jóvenes, hijos de la incertidumbre, sólo cambian los años, puede ser 68’, 99’ o el 18’, siempre existirán los güeros. 

Por Andrés Salazar.